En nuestro tiempo hemos adquirido la suficiente confianza en nosotros mismos como para afirmar que, cuantos más conocimientos estén albergados en nuestras mentes, más material tendremos a nuestra disposición para hacer arte. Debido a los avances en multitud de disciplinas del conocimiento, somos más conscientes que nunca de la importancia que tiene para nuestras vidas algo que resulta ser extremadamente elusivo a la hora de ser definido mediante palabras: el arte. Tanto es así que, muy probablemente, hayamos sido capaces de sobrevivir a las condiciones más duras y cambiantes en nuestro planeta a lo largo de su dilatada historia gracias a la mayor cohesión que el arte ha ofrecido a una cultura en concreto en comparación con otra.

La profesión de médico implica la necesidad de ser creativo y, en algunos aspectos, es análoga en su esencia a lo que significa ser una artista: el médico es un artista a la hora diagnosticar, curar, planificar y prevenir. Si son fascinantes la medicina y la práctica artística por separado, aún más sorprendentes pueden ser los resultados si se las une en el contexto de la iridiscente efervescencia interdisciplinar de nuestro presente. Uno de los más interesantes caminos que dicha colaboración abre es de naturaleza ética: ante la objetiva realidad del sufrimiento, los seres humanos hemos reaccionado con profunda inquietud primero, y después adoptando actitudes y generado pensamientos que nos han permitido conocer y comprender mejor dicho sufrimiento. Efectivamente, nos hemos situado de cara al mismo, y lo hemos hecho ya en la antigüedad y desde perspectivas muy diferentes. Resulta que una aproximación interdisciplinar entre la medicina y el arte puede generar conocimiento para ayudar a definir con mayor precisión y calado una ética relativa a ambas, a la vez que ampliar y armonizar sus respectivos campos de actuación desde perspectivas diferentes, como son las de la antropología, las ciencias sociales, la historia, la filosofía, etc.

El neologismo “ESCLIMÉTICA”, creado por el artista y médico salvadoreño Rafael Díaz, para denominar su reciente producción artística, toma de otros lenguajes términos ya históricamente interrelacionados como son “Esculapio”, “clínica médica” y “ética”. Además, nace con la vocación de ofrecer una humilde pero sincera inspiración ética a la clínica médica mediante la extrapolación de algunos de sus capítulos al lenguaje artístico, consciente del poder de comunicación de la imágenes y del arte, de manera análoga a como fueron los romanos o la iglesia católica durante el barroco, por poner dos ejemplos significativos.

Rafael Díaz, efectivamente, conjura un lenguaje híbrido entre la práctica médica y la práctica artística. Él sabe que una de las carencias de la medicina actual radica en la dificultad ocasional de transmitir habilidades relacionadas con lo humano, lo afectivo y lo ético. Por ejemplo, nos trata de comunicar con su obra algo crucial: que lo más importante en la práctica de la clínica médica no es, ni de lejos, el ánimo de lucro o el comercio. Muy al contrario, se trata de una vocación en la cual hay que utilizar los sentimientos tanto como la cabeza, por expresarlo con lenguaje coloquial. Se trata, en definitiva, de un ejercicio de justicia entre el poderoso y el débil, es decir, de un ejercicio de igualdad.

Christian Domínguez Dietzel

El Hospital Gregorio Marañón ha colaborado con el artista visual Rafael Díaz en un proyecto destinado a humanizar el entorno hospitalario mediante el arte. Inspirado por investigaciones en neurociencia, el proyecto, dirigido por el Dr. Juan Carlos Alonso Farto, busca introducir intervenciones artísticas en diversas áreas del hospital, comenzando con una experiencia piloto en el área de Medicina Nuclear que él lidera, con el propósito de mejorar la experiencia de los pacientes, reducir el estrés y estimular su cognición y creatividad.

El proyecto de Humanización de los espacios clínicos a través del Arte es una continuación de la línea de trabajo de arte de Rafael Díaz denominada 'Esclimética', en la que el artista, también médico, pone la práctica médica al servicio de su creación artística, en la que a veces comparte autoría con sus pacientes. ‘Esclimética’ es un neologismo acuñado por el propio artista, que fusiona términos históricamente interrelacionados como “Esculapio” (Dios romano de la Medicina), “clínica médica” y “ética”. En ‘Esclimética’, conocimiento científico y arte se fusionan para construir un nuevo lenguaje visual híbrido.

En las instalaciones visuales de esta primera experiencia piloto de Humanización, la combinación de imágenes diagnósticas intervenidas por el artista con otras piezas co-creadas con pacientes para plasmar sus vivencias, invitan al espectador a reflexionar sobre aspectos tan humanos y universales como el sufrimiento, la esperanza y el amor. Este enfoque holístico del proyecto va más allá de la mera ornamentación, convirtiendo la intervención artística en una herramienta integral para mejorar la calidad de vida y consolidar un entorno clínico centrado en la humanidad y la compasión.

Como parte del proyecto, se analizará el impacto cuantitativo y cualitativo de las intervenciones artísticas en la experiencia del paciente, aplicando los conocimientos obtenidos a la mejora continua de las instalaciones y a la expansión de las intervenciones artísticas a otras áreas del hospital. La aspiración es que estos resultados inspiren nuevas formas de integrar el arte en el ámbito clínico, promoviendo la humanización de diversos espacios y redefiniendo la experiencia hospitalaria.

Luis Díaz Gutiérrez

“Ahora más que nunca ejercer la medicina y las ciencias de la salud, necesita de una mayor implicación. No solo dar un diagnóstico acertado, ofrecer una buena terapia… significa hacer bien nuestro trabajo. Hay que “mojarse”, abrir nuestros oídos, ojos y mente, comprendiendo y entendiendo más y mejor al paciente, conociendo las sensaciones, evocaciones y emociones que sienten ante un diagnóstico aciago, un largo tratamiento.

También sintiendo sus impresiones ante una mejoría, ante una buena noticia, en definitiva: miedo, dolor, alegría, incertidumbre, soledad… Y todo esto Rafael Díaz, lo consigue, humanizando lo prosaico de nuestra profesión, uniendo ética con estética, el arte con la rutina, la exposición con la sensación. En este espacio aséptico, estéril y material nuestros pacientes perciben, al ver la obra de Rafael, el aura de los que pasaron por allí, formando así una “consciencia y conciencia colectiva” en la que en vez de máquinas, agujas y batas blancas, ven colores, formas, estructuras, siluetas; obras de arte que les ayudan en ese “su preciso momento” a conseguir el bienestar y la serenidad que necesitan.

Y Sintiendo junto a ellos la impronta que todo este proceso dejo en su ser, podremos no solo hacer mejor nuestro trabajo sino ser más felices, recibiendo como un “boomerang” todo lo que nuestro esfuerzo y nuestra ciencia les aportó."

Dr. Juan Carlos Alonso Farto
Jefe de Medicina Nuclear
Hospital General Universitario Gregorio Marañón